El empresariado tiene mucho que ofrecer en la lucha contra la pobreza

6 de noviembre de 2020Economicos

El sector privado no solo debe sumarse a la batalla para lograr un desarrollo social que no deje atrás a nadie, sino que debe liderar los procesos de transformación de la sociedad. Y si bien las empresas son las protagonistas de la reactivación económica, debe considerarse, en las políticas públicas, la implantación del chip de la equidad.

Tales fueron los puntos de partida en el módulo sobre medición de pobreza en las empresas y el desafío de la prosperidad, aspectos que ocuparon la primera parte de la mañana de este viernes en “Caribe BIZ Forum 2020”, evento organizado por la Cámara de Comercio de Barranquilla.

La mirada global, con un momento de reconocimiento a los esfuerzos de Colombia, fueron expuestos por la panameña Michelle Muschett, y el estadounidense John Hammock. Ambos están vinculados con la Oxford Powerty & Human Development Iniatitive (OPHI), organismo que colaboró con la ONU en la elaboración del Índice de Pobreza Multidimensional (IPM). Este índice fue adoptado desde el 2010 como forma complementaria para medir la pobreza a partir de consideraciones distintas al ingreso monetario.

Luego del panorama general e histórico en el que se resaltó el papel de Sabina Alkire como desarrolladora del IPM y como fundadora y directora del OPHI, Michelle Muschett especificó que ese mecanismo de medición está siendo implementado en cien países de los denominados “en vías de desarrollo”. De ellos, México fue el primero, y Colombia el segundo, en el 2011.

El IPM, explicó brevemente, permite identificar las privaciones que afectan la vida de las personas y entenderlas desde sus propias perspectivas: cómo experimentan su situación, quiénes son, cómo están, por qué son pobres, entre otras variables.

Muschett subrayó que de esa manera de comprender la situación, surgieron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), proyectados hacia el año 2030. Eso implicó un cambio de paradigma a partir de 17 indicadores, y ella, en particular, se enfocó en los dos últimos para aterrizar la charla en lo empresarial: las instituciones solidarias, y las alianzas para lograr los objetivos, “que en esta situación de la Covid-19, deben ser aún más fuertes. Abordar la pobreza no es asunto exclusivo de los gobiernos, y el sector privado tiene mucho que ofrecer”, dijo.

Aquí el punto es que sin que tengan necesidad de salirse de su esfera, las empresas sean capaces de prestarles atención a sus colaboradores, aspecto en que luego se concentró su compañero de charla John Hammock, cofundador de OPHI.

 

COLOMBIA, MUY EFICIENTE 

En un primer momento, Hammock se refirió a la importancia de implementar el IPM como herramienta para medir la pobreza desde el punto de vista social. Enfatizó en que suministra datos valiosos para tomar decisiones políticas más eficaces y focalizar recursos en frentes como la educación, la situación de niños y adolescentes, la calidad del trabajo, y el acceso a la salud y los servicios públicos esenciales.

Luego señaló que la aparición de la Covid-19 agudizó los problemas sociales, y destacó que Colombia, a través del DANE, le agregó otras variables al IPM para identificar, con precisión, qué necesitaba cada quien en específico. “Colombia ha sido el país que más eficientemente lo ha usado y hay que agradecerle eso”, sostuvo Hammock.

Pero hace tres años se dio un giro en esta mirada especial a la medición de la pobreza cuando a un bancario de Costa Rica se le ocurrió medir la pobreza de sus colaboradores luego de expresarle a Hammock su inquietud. En efecto, descubrió que el 12 por ciento de ellos estaban en condición de pobreza, y de esa experiencia, que a la fecha ha sido implementada por 40 empresas de ese país, surgió el IPM Empresarial.

“El asunto es que a través de una herramienta de consulta confiable y confidencial, el empresario puede examinar la situación de bienestar de sus colaboradores, y en vez de gastarse el dinero en iniciativas lejanas, podría invertirlo en educación de sus empleados o el mejoramiento de sus condiciones. Eso tiene un impacto positivo al interior de la empresa, en el clima laboral, en la propia productividad, y en la economía en general”, puntualizó.

En ese sentido, consideró que debe pensarse en una estrategia combinada de estamentos sobre la base de esta herramienta para superar estas circunstancias que está dejando la Covid. “Es esencial la coordinación para que la empresa privada se sume a la batalla y que se vea como líder de los procesos de transformación a partir del desarrollo social”, subrayó.

NOS CAYÓ UN METEORITO: ANGULO SALAZAR 

Por su parte,  Roberto Angulo Salazar, quien luego de su exposición respondió algunas preguntas canalizadas por el presidente ejecutivo de la Cámara de Comercio, Manuel Fernández Ariza, comentó que esta situación de la Covid-19 es como si nos hubiese caído un meteorito, y que una recuperación en la economía, claramente debe incluir elementos redistributivos.

En el caso de Barranquilla, aseguró, la piedra angular de la recuperación debe ser la equidad con estrategias de inclusión productiva y deliberada hacia las mujeres, los jóvenes, y los informales. La situación en los tres casos, se agudizó con la pandemia. La afectación en educación, por ejemplo, impactó de manera negativa casi el 50 por ciento el IPM de Colombia, y el País va a retroceder 10 años en su lucha contra la pobreza, afirmó.

Así mismo precisó que en el 2019 en Barranquilla, el 80 por ciento de la población pobre estaba en informalidad. Eso pasaba también con el 42 por ciento de la clase media. Y el 92 por ciento de los micronegocios estaban en manos de propietarios informales. Por esto último, no es suficiente reducir los costos laborales para superar esa informalidad, y más bien hay que apostarle al mercado formal, y a identificar los negocios informales con vocación a la formalidad, dejando de mirar a estos sectores como ilegales.

Para el caso de las mujeres, es clave la apertura de colegios y jardines para que ellas -sobre todo las que ejercen jefatura de hogar- se reactiven económicamente a la misma velocidad en que lo hacen los hombres. Se requieren políticas de protección al empleo con reenganche de los que se destruyeron y con formación para el trabajo centrada en las mujeres.

En cuanto a los jóvenes, el programa nacional de Jóvenes en Acción, que ha sido muy bien aplicado desde el 2012 con resultados exitosos, puede ser un estructurador de actores para integrarlos socialmente a la productividad del País.

Como el 45 por ciento de los micronegocios en Barranquilla fueron creados por necesidad, es decir para supervivencia, toca identificar los que sí la tienen. Apenas el 23 por ciento de los micronegocios informales de la ciudad surgieron como oportunidad de negocio, y es ahí donde toca poner el foco de la formalización.

Entre las recomendaciones entregadas por Angulo Salazar, resaltó que “la equidad hay que timonearla, no se da de manera espontánea con el crecimiento económico, tampoco con piloto automático. Los empresarios deben aportar para la empleabilidad de las mujeres vía teletrabajo”. E insistió en que para los jóvenes hay que sincronizar muchos actores que están dispersos, como la educación terciaria y el sistema empresarial.

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