Letras, libros y cultura: una travesía literaria por la identidad colombiana desde el MAMB

En la sede provisional del Museo de Arte Moderno de Barranquilla (MAMB), las palabras se alzaron como protagonistas en el conversatorio “Letras, libros y cultura”, un homenaje al poder transformador de la literatura en el marco de la conmemoración del Día del Idioma. El invitado especial fue Juan David Correa, exministro de las Culturas, las Artes y los Saberes, quien compartió con el público su amor por la lectura y su profundo vínculo con la literatura colombiana.

El evento, fue moderado por la gerente general del MAMB, Diana Acosta Miranda, quien convirtió el escenario en un encuentro académico. Fue una conversación cálida e íntima, donde los libros se convirtieron en ventanas hacia la historia, el dolor, la memoria y la esperanza de todo un país.

Correa condujo a los asistentes por un recorrido literario marcado por obras fundamentales como La vorágine, de José Eustasio Rivera, y El holocausto en el Amazonas, de Roberto Pineda. Dos relatos que narran la crudeza de una Colombia marcada por la explotación y la violencia en la región amazónica, pero también la sabiduría ancestral de sus pueblos, quienes encuentran la felicidad en la abundancia natural y no en los bienes materiales.

Durante su intervención, el exministro recordó con énfasis que en Colombia se hablan 65 lenguas indígenas, muchas de ellas desconocidas por la mayoría de los ciudadanos. “Sería bueno que los colombianos tuvieran al menos un conocimiento ligero de ellas”, afirmó, resaltando la necesidad de reconocer la diversidad lingüística como un pilar de la identidad nacional.

Otras de las obras que abordó fue la novela Toá. Narraciones de caucherías, de César Uribe Piedrahita. Una obra que narra la vida de Antonio de Orrantia, un médico naturista que se enamora de una indígena del Amazonas, Toá. Su relato confronta el racismo, la violencia y los prejuicios que emergen en el protagonista.

“Letras, libros y cultura” no solo rindió tributo a los escritores que han contado la historia de Colombia desde lo más profundo de sus territorios, sino que también posicionó al MAMB como un espacio vital para el diálogo cultural. Fue un recordatorio de que la literatura sigue siendo una herramienta viva para la memoria, la reflexión y la construcción de una identidad compartida.